
Charlotte Lascurain, también conocida por muchos como Chema Amador (su nombre antes de la transición), es de esas figuras que te salen en el algoritmo y no sabes si estás viendo un sketch de comedia, una tragedia griega o una alerta de salud mental. Es influencer, youtuber, tiktoker, y para muchos usuarios de internet, un caso de estudio de cómo volverse viral entre memes, drama, y cringe.
Saltó a la fama como un personaje secundario dentro del “OmniversoP3” . Charlotte al inicio era solo “la amiga de Aimep3”, pero con el tiempo se convirtió en protagonista… a punta de escándalos.
Hoy se le conoce por sus declaraciones virales, su estilo peculiar, su lenguaje entre fashion y ñero, y su capacidad para siempre —y cuando digo siempre es SIEMPRE— meterse en polémicas cada que se apaga el hype de la anterior. Influencer, personaje mediático o simplemente una loquilla de internet… Charlotte es todo eso junto.
Y si no la conoces, es porque no te ha explotado TikTok en la cara con alguno de sus clips diciendo que es una “guaitechiken”, que está embarazada (aunque biológicamente no pueda), o que quiere cuchillear a algún youtuber. Sí, así de salvaje está el rollo.
Del OmniversoP3 a TikTok: El ascenso viral con “guaitechiken”
Su momento más icónico (y no lo digo por decir) fue cuando soltó la frase legendaria:
“Que significa ser una niña guaitechiken, como yo”
Ese clip voló. En 2022, reventó TikTok. De ahí salieron edits, memes, camisetas y hasta stickers de WhatsApp. No solo se volvió viral, se convirtió en un símbolo del cringe glorificado: gente que no sabe si está siendo real o troleando, pero que definitivamente entretiene.
Desde ese punto, su cuenta se llenó de contenido donde mezclaba maquillaje, comentarios random, frases inventadas, y sobre todo, drama. TikTok fue el campo donde Charlotte dejó de ser solo “la amiga de AimeP3” para convertirse en “La Charlotte Lascurain”, figura indispensable del chismecito virtual mexicano.
Pero su éxito no fue solo porque se viera diferente o hablara raro. Fue porque creó un personaje —intencional o no— que descoloca. Uno que no sigue reglas, que se inventa su realidad, que vive al borde del colapso nervioso y que, al final del día, hace que no puedas dejar de verla.
Y eso, raza, en un internet donde todos quieren atención, es oro puro.
Charlotte Lascurain y la fórmula del cringe: entre el meme y la controversia
Lo que hace a Charlotte Lascurain tan… Charlotte es que navega entre la burla y la autoconfianza con una habilidad que desconcierta. Un día te sube un video llorando porque nadie la entiende, y al otro está grabando un TikTok diciendo que ella es “más mujer que todas ustedes juntas, perras”.

Su contenido es una mezcla entre performance involuntario y realidad distorsionada. El público no sabe si reírse, apoyarla, criticarla o simplemente cambiar de video. Pero la neta, todos se quedan viéndola.
Tiene algo que engancha, como ver una novela de TV Azteca pero con filtros de TikTok y un guion escrito en ácido. Muchos la llaman “lolcow” —término gringo que se refiere a gente que produce contenido tan ridículo que se convierte en fuente infinita de memes— y Charlotte cumple con ese rol al 100%.
Y ojo, que esto no es nuevo. Desde los tiempos iniciales del “OmniversoP3”, Charlotte ya tenía madera de volverse personaje viral. Solo necesitaba el momento correcto… y vaya que lo encontró.
El caso Mr. Doctor y las amenazas
Aquí ya pasamos de lo bizarro a lo preocupante. En diciembre de 2024, Charlotte volvió a estar en boca de todos por un video donde, sin pelos en la lengua, amenaza a Mr. Doctor —el famoso youtuber médico— diciendo que lo va a “matar a cuchilladas y con una pistola”. Ajá, así de directo.
El clip explotó en Twitter, llegó a Infobae, y se volvió un escándalo de nivel nacional. Todo mundo se preguntaba lo mismo: ¿lo dice en serio? ¿Está actuando? ¿Está bien esta morra?

Y la verdad es que nadie sabe con certeza. Pero eso no evitó que la gente hablara, opinara, y compartiera. Lo que sí se sabe es que este tipo de comportamientos alimentan la narrativa de que Charlotte podría estar lidiando con trastornos mentales no tratados, como el trastorno límite de personalidad o incluso episodios psicóticos.
Lo más triste es que muchas personas trans terminan viendo afectada su imagen pública por personajes como ella, que dan una representación caótica y distorsionada de lo que implica una transición, una lucha por el reconocimiento o una identidad diversa.
Pero como en todo en internet… el show debe continuar, y Charlotte lo sabe.
Conflictos, embarazos imposibles y guerra con AimeP3
Si creías que ya habías visto todo, Charlotte se superó a sí misma con el episodio del “embarazo milagroso”. Justo cuando AimeP3 anunció que estaba esperando bebé, Charlotte soltó su propia bomba:
“Yo también estoy embarazada.”
Ajá, aunque biológicamente una mujer trans no puede quedar embarazada, Charlotte decidió subirse a la ola mediática con su propio anuncio, generando una mezcla de burlas, indignación y memes.

Muchos lo vieron como una forma de opacar a AimeP3, con quien ya tenía roces desde hace tiempo. Recordemos que su amistad se fracturó feo cuando Charlotte empezó a hablar mal de ella a sus espaldas. Y eso, en el “OmniversoP3”, es traición máxima.
Desde entonces, los dimes y diretes entre ambas no han parado. Se tiran indirectas, se burlan mutuamente y sus seguidores han tomado bandos como si fuera guerra civil.
La neta, todo este desmadre da contenido para rato, pero también levanta preguntas sobre la salud emocional de sus protagonistas. ¿Es puro show? ¿Es delirio? ¿Es estrategia? Puede ser todo eso al mismo tiempo.
Charlotte Lascurain y su impacto en la comunidad trans: ¿icono o problema?
Aquí es donde el tema se pone serio. Charlotte dice representar a la comunidad trans, pero su comportamiento contradice muchas de las luchas reales del colectivo. Sus declaraciones llenas de odio, sus amenazas, su discurso inestable… todo eso da armas a los transfóbicos para desacreditar causas legítimas.

Recientemente, Charlotte criticó a Wendy Guevara, afirmando que era un “mal ejemplo” y que “hacía quedar mal a la comunidad trans”. Pero ¿con qué cara, Charlotte? Si tú misma estás inventando un embarazo, fingiendo cosas y metida en polémicas cada semana.
Esto ha hecho que muchas personas trans la rechacen como representante, porque consideran que da una imagen negativa, errática y poco realista de lo que significa ser trans en México.

Y es que no se trata de “ser perfectos” ni de no cometer errores. Pero cuando tienes una plataforma grande, con miles de seguidores, tus palabras pesan, y Charlotte muchas veces dispara sin pensar.
El rol de las redes en su explosión mediática: Instagram, YouTube y TikTok
Sin las redes sociales, Charlotte no sería nada. Su fama, sus polémicas, su figura… todo se construyó en internet.
Su cuenta de TikTok es un archivo viviente de frases virales, retos fallidos, confesiones intensas y conflictos públicos.
Instagram, por otro lado, es donde más se muestra visualmente: selfies, cambios de look, outfits que mezclan Barbie, Bratz y barrio bravo.
En YouTube, aparece principalmente en clips de otros creadores que analizan, critican o reaccionan a sus locuras. Tiene más presencia como “personaje del internet” que como creadora de contenido sólido.
Pero lo más interesante es cómo la gente sigue consumiendo su contenido, ya sea para burlarse, para entenderla, para criticarla o para defenderla. Charlotte es adictiva, como ver un reality show sin censura.
Y mientras la atención siga, ella va a seguir ahí, alimentando el algoritmo.
Charlotte como síntoma del internet mexicano contemporáneo
Charlotte Lascurain es más que una influencer viral. Es un espejo distorsionado del internet que consumimos: uno que premia lo polémico, que glorifica el caos, y que convierte cualquier personaje en meme, ídolo o villano… a veces todo al mismo tiempo.
Su figura despierta risas, preocupaciones, debates y memes. Habla de salud mental, de representación trans, de las redes como catapulta y como ruina.
Y aunque muchos desearían que desaparezca, la neta es que mientras siga generando clics, va a seguir existiendo.
Porque en el fondo, Charlotte es lo que el algoritmo nos da… y también lo que consumimos con ganas.
Así que antes de juzgarla tan duro, vale la pena preguntarnos por qué no podemos dejar de verla.
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